Valor con Valores – Como decíamos ayer
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Han pasado casi diez años desde que cerré mi blog financiero para incorporarme al mercado laboral como profesional de las inversiones. En esta década hemos sentido el colapso del capitalismo como consecuencia de la crisis hipotecaria en Estados Unidos, hemos estado a un suspiro del fin del euro, hemos visto un crack por el Brexit, a países emergentes implosionar, a Grecia siendo aniquilada, empresas tan “insumergibles” como el Titanic quebrando, fraudes, fusiones, adquisiciones, nacionalizaciones, rumores, miedos, pánicos, euforias y codicias.

Y a pesar de todo, las viejas fórmulas de la Inversión Valor han permanecido intactas.

Quiero empezar esta nueva etapa de bloggero rescatando cinco de ellas, esas que constituyen los pilares sobre los que construyo mi particular forma de entender la Inversión Valor:

1. Margen de seguridad es la diferencia entre el precio que se paga por una empresa y el valor real de ésta. Este factor determina el éxito potencial de una inversión y buena parte del riesgo asumido. Margen de seguridad es el concepto definitorio y más importante de la Inversión Valor. Sin él no seríamos lo que somos.

2. El valor de una compañía es algo difuso e inexacto. Para saber si existe margen de seguridad suficiente basta con tener una referencia aproximada (¡siempre imprecisa!) del valor de una compañía. En otras palabras, la valoración no sirve para calcular exactamente cuánto vale una empresa, sino únicamente para saber si se está pagando mucho o poco por ella.

3. El endeudamiento de una empresa reduce sensiblemente sus opciones estratégicas y limita sus posibilidades de supervivencia ante cualquier evento desfavorable. Es uno de los factores más importantes para estimar el riesgo de una inversión y, al mismo tiempo, es una trampa en la que no dejamos de caer. Dadme un negocio en declive a un buen precio y sin deuda: tal vez podamos ganar algo de dinero. Apalancadlo, y veremos cómo revienta. La deuda es un multiplicador de problemas evidentes, un catalizador de problemas invisibles y un generador de problemas nuevos. La deuda es el peor enemigo de un inversor prudente.

4. Es posible obtener rentabilidades altas incurriendo en riesgos bajos. Lo dije hace diez años y lo repito ahora: a mayor riesgo asumido, mayor probabilidad de pérdida y a menor riesgo asumido, mayor probabilidad de supervivencia. Lo de a mayor riesgo, mayor rentabilidad es un invento del propietario del casino. No abran juego, señores, que aquí hemos venido a invertir.

5. Los mejores momentos para invertir son los momentos de pánico de mercado. En el caso de empresas específicas hay que comprar cuando los motivos para vender sean ciertos y conocidos por toda la comunidad inversora. En ese entorno, la compra resulta psicológicamente difícil porque, frente problema ciertos y evidentes, la solución parece  una posibilidad remota. No debemos olvidar que las empresas se compran por sus fortalezas, pero gracias a sus debilidades. Sólo la incertidumbre permite obtener buena
rentabilidad. Y, al contrario, la certeza lo impide.

Durante los próximos meses desarrollaré estos cinco pilares con la profundidad que merecen. Algunas veces me pondré la túnica de fundamentalista de la Inversión Valor para reafirmar sus posturas más ortodoxas. Otras, en cambio, argumentaré en contra de algunos de sus principios más arraigados. Hay tantas interpretaciones de la Inversión en Valor como inversores valor hay en el mercado. Estas páginas son simplemente mi particular interpretación.

Hace no mucho coincidí en una reunión de trabajo con un antiguo lector del blog de los borricos, como él lo denominó. Estuvimos un rato charlando sobre lo que había supuesto este blog para mí y para muchos lectores que, como él, descubrieron la Inversión Valor gracias a sus artículos. Volverás a escribir antes de lo que crees, sentenció al final de nuestra conversación.

Las reglas de la Inversión Valor siguen tan vigentes como hace diez años. La importancia de reescribirlas también. Gracias por  acompañarme en esta nueva andadura.

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